miércoles, 26 de enero de 2011

Todo está en los libros

Es cierto, ya lo cantaban las entrañables Vainica Doble, todo, absolutamente todo está en los libros. Por eso nunca he entendido a esa gente a la que no le gusta leer. Da igual qué leas, pero hay que leer, el periódico no es un mal comienzo, para así pasar de la televisión, incluso de los noticiarios. Cine, si acaso series, poco más hay de interés. Pero bueno, tampoco me las voy a dar de lector entendido, ni siquiera de tener buen gusto, tan sólo puedo presumir de leer casi todos los días, que ya es algo. Ahora andan entre mis manos El Fuego (secuela del superventas El Ocho), de Katherine Neville y El Fin del Mundo, de Haruki Murakami. Los dos me entretienen, aunque me pierdo constantemente con la historia (floja, francamente) del primero, y ando entusiasmado con el segundo. Después de terminar con El Fin del Mundo tengo que leer De Qué Hablo Cuando Hablo de Correr, en el que Haruki Murakami habla de sus experiencias con el maratón (otro sufridor del asfalto, he de tenerle simpatía). Por cierto, mi rodilla comienza a recuperarse de la rotura de menisco, tanto que he vuelto a entrenar, a ver si en un par de meses vuelvo a las carreras populares.

En cualquier caso me he salido de tema, más o menos, el título del posteo de hoy tan sólo era una excusa para enseñar un libro, o más bien una instantánea de él. El objeto perfecto para empezar a divertirme con la Nikon FM2 y el objetivo Nikkor 28-105mm f/3.5-5.6 con función macro. Ahora que veo el resultado, me hubiera gustado montar el Nikkor Micro 55mm f/2.8, pero eso para la próxima visita a la biblioteca de la recién estrenada Cidade da Cultura de Galicia, situada aquí en Santiago de Compostela. En fin, que cada vez me gusta más esto de fotografiar cosas en detalle, al final va a ser otra afición, mal vamos.




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