
Con la fotografía analógica la cosa aún va a más, no empleo las cámaras analógicas (las serias o las que yo llamo de juguete, como las Lomo) porque crea que sean superiores a las nuevas dotadas de tecnología digital. Partiendo del hecho de que soy un aficionado mediocre, lo más sencillo para hacer una buena foto sería tirar de las nuevas tecnologías, sin embargo lo que busco en la fotografía analógica es el sabor de lo añejo, la vuelta al pasado, quizás a mi niñez. Adoro las lentes de plástico, sus reflejos, contrastes, saturaciones, entradas de luz...y las cámaras rusas, por sus imperfecciones y sus particulares resultados, tan setenteros...una de mis últimas adquisiciones ha sido la Zenit 212K, cámara rusa "tuneada" para parecer más actual, pero bajo la que se esconde la Zenit 122 que empezó a producirse hace treinta años. Desde luego esta Zenit no es ningún juguete, de hecho viene con una estupenda lente Zenitar de 50mm, pero sus resultados son desastrosamente encantadores. Los colores de los cielos parecen pintados por un niño, los verdes parecen otoñales aunque la foto se haga en pleno verano, la luz...bueno, la luz entra como y cuando le da la gana, basta ver esta foto para darse cuenta de que la iluminación no es uniforme...
Cada cámara es un mundo, especialmente las viejas cámaras analógicas, cuanto más baratas más especiales...y sus defectos son la única baza que les queda para seguir subsistiendo.
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