
Por otra parte siguen estando los graffitis de siempre, como los que me suelo encontrar en el parque de Bonaval. Alguna que otra vez me topo con alguno plantado en uno de los nichos, cosa que me fastidia sobremanera aunque éstos estén ya vacíos. Pero otras veces las pintadas cumplen una función necesaria, como en el caso de uno de los primeros post que colgué por aquí, en el que las pintadas dotaban de cierto atractivo a feas esculturas. En la parte trasera de la iglesia de Bonaval (uno de los lugares más recónditos y menos atractivos del parque) hace tiempo que a la gente le dio por plantar sus pintadas, éstas eran tapadas de vez en cuando por una capa de pintura blanca, y los graffiteros han ido adquiriendo la costumbre de volver a repintar esa zona (sólo esa zona, sin invidir otras) cada vez que les borran sus dibujos. Lo cierto es que el paso de esta zona del parque es más bien lúgubre y las pintadas añaden un toque de color que se agradece. Siempre que paso por este lugar lo hago con la expectación de que hayan vuelto a pintar de blanco la pared, para ver qué nuevos colores encuentro. Aquí dejo una muestra de una firma que guarda la salida del parque, no tiene nada de particular, no es ninguna obra de arte, pero sus colores destacan en un rincón tan oscuro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario