lunes, 25 de octubre de 2010

Recién llegado

Volvemos a una de mis obsesiones, las vacas, no me canso de fotografiarlas, siempre tan curiosas. Es una suerte esto de vivir en Galicia, pues suelo tener muchas oportunidades de encontrar a estos simpáticos (y deliciosos, todo hay que decirlo) animales.

La foto que hoy traemos es fruto de la casualidad, estando comiendo en casa de unos amigos les pregunté por su vaca, a lo que me respondieron que estaba encerrada pues había tenido muy recientemente un ternero. Como es de imaginar, mis ojos se abrieron como platos por un doble motivo, primero por ver a esa nueva criatura, ya que si una vaca resulta simpática a mis ojos, un ternerillo todavía lo es más, segundo por poder echar una foto del recién llegado. Así que después de los postres y para bajar un poco la comida nos dirigimos hacia el cercado donde se encontraban madre e hijo. Yo que soy muy confiado empecé a acercarme al ternero con la intención de acariciarlo, pero primero la advertencia del dueño de la vaca, y más tarde el propio animal, hicieron que desistiese de mis intenciones, ante el franco riesgo de se atropellado por la celosa madre. Total, que muy a mi pesar tuve que quedarme a una distancia prudencial de la pareja. Ese día cargaba con mi cámara "fake" panorámica, la Vivitar PN2011, y como no podía ser de otra forma, corrí a sacarla mientras el ternero tomaba un aperitivo y su madre me miraba con cara de pocos amigos.

Después de mi encuentro con el joven ternero pregunté a su dueño la vida media de una vaca, a lo que me respondió "éste más bien poco", por lo que intuí que el pobre animal sería sacrificado en unos meses. Soy el primero que disfruta de un buen solomillo, pero creo que sería incapaz de probar vocado de este joven ternerillo. Pobrecillo.

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