sábado, 23 de abril de 2011

Animal de carga

Es lo que tiene que me dejen solo un día, con tiempo por delante lo más lógico es que sienta la tentación de salir a hacer unas fotos. Y claro, luego pasa lo que pasa, que no soy capaz de elegir una cámara, puesto que cada una tiene una focal distinta, una estética diferente y ninguna lleva la misma película cargada. Total, que difícilmente saldré a la calle con menos de dos o tres cámaras. En esta ocasión, en Pontevedra, fueron tres las cámaras que llevaba. He de decir que al principio, probablemente por timidez, tan sólo tenía entre manos la Nikon FM2 y colgando de la muñeca la pequeña Ricoh FF1, pero en el momento que saqué la Zenit 212K ya no hubo marcha atrás y acabé llevando colgadas de cuello las dos reflex. Y claro, me encontré con un espejo y tuve que inmortalizar mi imagen, cargado como un burro, pero contento y feliz.

Estableciendo paralelismos he llegado a la conclusión de que casi todas las aficiones que tengo comparten una cualidad en común, y esta es la de lograr que me abstraiga por completo y me aisle de todo. Cuando salgo a hacer senderismo o me apunto a una prueba de 50Km. paso casi todo el día en mi mundo, casi sin pensar en nada, disfrutando del placer de andar por andar, subiendo y bajando fuertes pendientes, sufriendo con el único objetivo de llegar a meta, digamos que vacío por completo mi mente. Con la fotografía es algo parecido, supongo que si me tropiezo por la calle con alguien que lleve tres cámaras entre manos, pensaré que no tiene sentido, pero cuando yo lo hago...puedo pasar horas y horas andando de un sitio a otro, haciendo la misma fotografía con distintas cámaras, y mientras tanto estoy en mi mundo, no me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor, digamos que escapo de la realidad. Lo cual es una capacidad y un placer que no todo el mundo sabe alcanzar.

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