
Lo primero que observamos en este pequeño patio, descuidado, como toda la ciudad romana, es que parece desubicado dentro de la propia urbe, ya que su tranquilidad mundana no parece digna del agitado centro histórico de la capital italiana, si no más bien del maravilloso y popular barrio del Trastevere, mi rincón favorito de Roma. A poco que estemos unos minutos allí, contemplando la descuidada pintura muchas veces repleta de desconchones, observaremos a sus vecinos disfrutando tranquilamente de la vida, tomando un café, leyendo un libro...sin importarles los turistas (somos pocos los que llegamos aquí, la verdad) curiosos ávidos de disfrutar de esta idílica visión de la vida romana, tan alejada de la real, repleta de coches a toda prisa y conductores malumorados. Los viajes merecen la pena por este tipo de detalles, así que si viajas a Roma, no dejes de buscar este patio, su contemplación merece cinco minutos de tu tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario