
Hace unos días salí de paseo con la Fuji X10, pero junto con ella llevaba una veterana Nikon FE2, una reflex analógica que ahora puede conseguirse por apenas 70 euros, y el ya mencionado por aquí Nikkor 28-105mm f/3.5-4.5 D IF AF, un objetivo no muy luminoso pero tremendamente eficiente. La cuestión es que mientras paseaba con ambas cámaras pensaba en lo cómodo que me resultaba subir el ISO de la Fuji digital mientras que con la FE2 me veía limitado por el carrete Lomography CN400 que llevaba cargado, lo que hacía que muchas veces la velocidad de obturación cayera hasta límites en los que la trepidación estaba casi asegurada si no montaba la cámara sobre el trípode que no llevaba ese día.
La cuestión es que entre esos pensamientos el día pasó y agoté el carrete que llevaba en la Nikon FE2, los resultados de la Fuji (maravillosos, ya lo comprobaréis) los pude ver esa misma tarde, los de la FE2 un día después, cuando recogí el carrete de la tienda a la que voy habitualmente. Nada más llegar a casa procedí a escanear los negativos y conforme veía los resultados me iba olvidando de las limitaciones impuestas por la fotografía analógica. La foto de hoy es una más de las que hice esa tarde, elegida prácticamente al azar, pero me parece un buen ejemplo de por qué seguir disparando película. Los colores y el grano en la fotografía me maravillan. Lo digital siempre será más perfecto, más "aséptico" si queréis, pero...perderse la oportunidad de experimentar la belleza que el negativo color (ya no digamos la diapositiva, o el b/n en fotografía social) nos proporciona es un lujo que todos aquellos aficionados a la fotografía que nunca han disparado en analógico no deberían perderse...
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