jueves, 10 de junio de 2010

Summer In Spain


La verdad es que hoy no tocaba nada relacionado con el verano, en realidad quería escribir por aquí algo sobre revanchismo. Y es que estos días un espíritu de absurda venganza se ha adueñado de mí, tras un comienzo de semana francamente malo el martes me dispuse al realizar el primer entrenamiento de la semana. Ese verano que todavía no ha llegado oficialmente, pero que se había acomodado de Galicia las últimas fechas, nos había abandonado, y al mirar por la ventana no veía más que nubes grises protagonizando, para variar, el cielo de Santiago de Compostela. Uno ya está preparado para todo, la rutina del entrenamiento rara vez se ve alterada por factores climatológicos, haga calor, llueva, nieve, sople el viento...si toca salir a correr yo estaré en la calle a su hora. Estoy preparado para todo y combato la lluvia con tres chubasqueros distintos, que elijo en función de la cantidad de agua que caiga.

El Martes llovía copiosamente y se había anunciado un descenso brusco de las temperaturas, de modo que opté, cosa que rara vez hago, por un chubasquero extremo capaz de protegerme del agua durante la hora larga que pretendía correr. Así salí a la calle, empezando a trotar tranquilamente por un recorrido que iría de más a menos en cuanto a dureza. Lo malo es que a los cinco minutos de empezar la lluvia había remitido y mi super chubasquero empezaba a ser más una molestia que otra cosa, transpiración cero mientras ascendía la cuesta más dura de todo el recorrido, con un desnivel bastante superior a 10% en el que hay que darlo todo. Culminé a la perfección, pero ahogado por culpa del calor que desprendía mi cuerpo, encerrado bajo ese demonio amarillo que lleva todas las costuras y cremalleras selladas. La cabeza ese día no estaba bien, pero el cuerpo todavía respondía peor completamente bañado en un sudor que no era natural...resumiendo, a los cuatro km. de carrera, en medio de otra dura cuesta, la cabeza dijo hasta aquí hemos llegado. Paré, me quité la gorra impermeable, abrí el chubasquero e intenté continuar...pero ya sabía que la derrota iba a ser monumental, apenas 200 mts. más adelante decidí dejarlo y volver a casa enfadado, enfurecido, maldiciendo el cielo, el chubasquero y a todo aquel que se cruzaba en mi camino.

Revancha, eso era la única palabra que resonaba en mi cabeza. Ayer la primera ración, hoy la segunda. Sigue lloviendo, ahora sí, de verdad, no para, pero he guardado los chubasqueros, la temperatura es algo fría pero cuando se empieza a correr no se nota. A los cinco minutos ya voy empapado, pero me gusta la sensación de correr bajo la lluvia sin chubasquero, sin gorra, ahora puedo permitírmelo, en invierno sería impensable. La gente te mira como si estuvieras loco, corriendo, chapoteando sin esquivar charco alguno, pero yo estoy cumpliendo un propósito, el martes sufrí una derrota, pero llevo dos días llegando a casa con la sensación del deber cumplido. No puedo cargar con más agua sobre el cuerpo, pero no molesta, todo lo contrario, refresca en medio de esas cuestas, esos sube y baja constantes que son el día a día de cualquier valiente que se atreva a correr en esta ciudad.

Al final he acabado escribiendo sobre aquello que iba a evitar. ¿Dónde queda ese Summer In Spain? En la foto de artículo, sin duda, en esa playa poco concurrida, como todas las gallegas, si exceptuamos las de las Rías Baixas. En esa señora, madre, de buen ver, que atiende junto a la abuela a sus churumbeles. La abuela con su gorra de publicidad, la sombrilla y la silla de playa a rayas, como debe ser. Summer In Spain, la camiseta estaba allí y la estampa me lo puso en bandeja. Summer In Spain, sí, por mucho tiempo. Pero aquí, que no hace tanto calor como en Alicante, ni hay masificación, ni nada, sólo tranquilidad y con suerte alguna playa con aire a familia.

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