martes, 27 de abril de 2010

III Andaina Bisbarra do Sar

Ubicación: Concellos de Padrón, Dodro y Rois
Sábado 24 de Abril de 2010
Distancia: 50 km. (20+30 km.)
Objetivo: Disfrutar del paisaje logrando llegar a meta

La tercera cita lúdico-deportiva del mes se presentaba complicada antes de su inicio, cinco días antes de su celebración recibía mis nueva Mizuno Wave Ascend 4, compradas para acudir a carreras de montaña y andainas. Ese mismo día las calcé para intentar hacerme con ellas, decantándome por un paseo de 20 km. por el camino hacia Fisterra para ir ablandándolas, desgraciadamente no conocía el recorrido y acabé caminando cerca de 15 km. por asfalto, lo que me dejó con problemas en las piernas durante toda la semana por culpa de la dureza del asfalto. Así es como llegué al día de celebración de la III Andaina Bisbarra do Sar, la que iba a ser mi primera andaina en Galicia, en realidad la primera andaina de mi vida, porque aunque soy muy aficionado al senderismo nunca había participado en este tipo de pruebas de caracter no competitivo para el 95% de sus participantes.

Aguardaba esta andaina con ilusión por varios motivos, el primero ya mencionado era el de mi debut, otras razones eran volver a patear el monte, algo que no había hecho desde mi llegada a Galicia, descubrir una zona que desde la carretera me parecía preciosa, estar rodeado de gente que comparte una misma afición....y todo ello con una organización que a buen seguro estaría a la altura, puesto que cada vez que he estado en Padrón las cosas han salido de sobresaliente. De este modo a las ocho de la mañana ya nos dirigíamos hacia este bonito pueblo cercano a Santiago de Compostela, la andaina iba a realizarla en compañía de un amigo canario, por lo que formábamos una de las parejas más exóticas de la prueba, un canario y un alicantino perdidos por los montes gallegos, en fin...llegamos con tiempo suficiente para acudir al control de firmas del primer anillo, 20 km. que a priori se antojaban los más complicados. Una vez pasado el trámite miramos al cielo para adivinar el tiempo que nos aguardaba, optando yo por unas mallas de running y las Wave Ascend 4 para ese día, en lugar del típico calzado y pantalón de senderismo. Calentamos un poco las piernas y nos dirigimos a la salida, donde cerca de cuatrocientos participantes aguardaban el momento de comenzar a caminar, pero antes tocaba escuchar las recomendaciones de seguridad (antes de empezar se nos había hecho entrega de un pequeño botiquín a cada participante, todo un detalle) de la organización y los saludos de los alcaldes de Padrón, Dodro y Rois. Después aviso de que queda un minuto para el inicio de la andaina y con puntualidad comenzamos a andar por un tramo neutralizado y sin señalizar que discurría por el bonito casco viejo de Padrón.

Nada más pasar por la linea de salida se avivó el paso mientras el sol comenzaba a cotrarrestar el fresco de la mañana, mi compañero Cristian y yo nos vemos sorprendidos ante el rápido avance de los andarines, pasando a situarnos pronto casi a la cola del pelotón. Toda precaución es poca, los dos andamos algo tocados, yo de los tobillos y Cristian había sufrido una triada, por lo que el asfalto inicial no es el terreno que más nos favorece. Así pues decidimos tomárnoslo con mucha tranquilidad y cuando nos acercamos al incio de la ascensión que marca el final del asfalto nos encontramos situados en las últimas posiciones de la andaina, tan sólo escoltados por los andarines escoba. A continuación pasamos por el Museo Rosalía de Castro, cuya visita queda pendiente para otro día, e iniciamos la ascensión hacia el Monte Meda, en cuya cúspide divisamos unas torres de comunicación, lugar de ubicación del segundo avituallamiento. La ascensión resulta suave pero constante, lo que favorece que encontrándonos en un terreno menos agresivo para nuestras piernas aceleremos el paso y empecemos a dejar gente atrás. Subiendo me encuentro más cómodo que en ningún otro terreno e incluso empiezo a trotar durante unos cientos de metros para alcanzar a mi compañero, que se había adelantado mientras yo realizaba una parada "técnica". Pronto llegamos al primer avituallamiento, donde tan sólo nos proveemos de un botellín de agua con la que saciar la sed que empezamos a sufrir a causa de la subida y el calor. La subida al Monte Meda transcurre tranquilamente en una sucesión de cuestas de distinta inclinación que nunca nos parecen duras, hasta que llegamos a un estupendo cortafuegos que nos conducirá hasta el km.12, el punto más alto de este primer anillo. Con el cortafuegos comienza la diversión, subiéndolo dando saltos como si fuéramos críos. Así llegamos arriba, parándonos cinco minutos para comer algo de fruta, reponer líquidos y hacer alguna que otra fotografía mientras disfrutamos del paisaje, los concellos cercanos y el Atlántico a lo lejos. No hubiera estado de más sentarnos un rato a disfrutar de todo aquello, pero quedan 38 km. por delante y hay que seguir, el comienzo del descenso se vuelve a realizar por asfalto, lo que hace que busquemos las cunetas para encontrar algo de hierba o gravilla que mitigue el impacto del suelo en nuestras piernas. Pasamos de nuevo a la tierra sucediéndose una serie de bajadas de cierta importancia que opto por afrontar corriendo, puesto que me encuentro mucho más cómodo que dejándome llevar andando, así volvemos a reconocer lugares cercanos al centro urbano de Padrón, cruzando por debajo de la AP-9 y la carretera nacional a la altura de Iria Flavia, lugar de ubicación de la Fundación Camilo José Cela. Aquí volvemos a darnos cuenta de la estupenda organización que guiará el transcurso de la prueba, estando presente protección civil para cortar el tráfico de la carretera a nuestro paso. El final del primer anillo transcurre junto al río Sar, volviendo al paseo presidido por las figuras de los dos hijos más ilustres de Padrón; Camilo José Cela y Rosalía de Castro, y llegando a meta cuando mi Forerruner 305 marcaba cerca de 20,70 km.


Para no caer en el olvido, nada más concluir el primer anillo procedimos a firmar el comienzo del segundo anillo de 30 km., dirigiéndonos después a comer algo antes de seguir andando. Lo de comer algo es un decir, porque aunque mi compañero de andaina apenas probó bocado reanudando la marcha de inmediato yo me lo tomé con más calma, engullendo tres deliciosos trozos de empanada, varios pequeños bocadillos, fruta, isotónica....en fin, todo un festín servido con diligencia por la organización de la andaina. Más tarde comencé el segundo anillo, compartiendo parte de la marcha con otro andarín que confundí (no fui el único) con el speaker de la carrera campo a través de Corgo-Corrubedo. Como iba retrasado respecto a mi compañero intenté empezar a trotar, pero mi estómago repleto desacosejó el atrevimiento, así que me limité a disfrutar de la andaina, pasando por delante de una aldea preciosa y algún que otro imponente pazo. Mientras, mi estómago ya había recobrado la normalidad, así que empecé a correr alcanzando pronto a Cristian. En este punto he de decir que, sin querer desmerecer la belleza del primer anillo, me quedo con la frescura de los bosques por la que discurrían los últimos 30 km. de la andaina, no tanto por los eucaliptos (que también) si no por muchos ejemplares autóctonos de carballos que empiezan a prepararse para la llegada de la primavera. Sin embargo lo mejor estaba por llegar, ya que después de parar por el avituallamiento del km. 28, donde volví a quedarme retrasado mientras comía sin parar, comenzaba una estupenda cuesta con el desnivel más alto encontrado hasta el momento. Discurriendo después el recorrido por pistas que invitaban a correr sin descanso, aunque el gemelo de mi pierna derecha empezaba ya a protestar, al igual que la rodilla de Cristian, que se resentía por el paso de los km. Aún así yo seguía encontrándome fresco, por lo que sobre el km. 32 decidí proseguir la marcha en solitario, dejando a Cristian caminando a su ritmo. Por una parte decisión acertada, porque desde este momento me divertí corriendo cada vez que el terreno invitaba a ello, pero por otra parte los km. empezaron a caer con mayor lentitud, haciéndose eterno el km.35, donde llegué a mirar mi Forerruner hasta en cinco ocasiones porque no creía que un km. pudiera hacerse tan largo. El recorrido en este punto era precioso, discurriendo junto a un río por un estrecho sendero mientras que la lluvia empezaba a caer en forma de lastimero orballo que obligaba a andar poniéndose y quitando el chubasquero constantemente, claro que algunos a tener del resplandeciente sol que brillaba al final del primer anillo habían optado por dejar su chubasquero en el coche, decisión que más tarde lamentarían.


En el km. 40 nos encontramos con el último avituallamiento, de nuevo algo de isotónica, fruta y agua. Una pausa que aproveché para intentar estirar mi gemelo derecho, comprobando que el problema se había extendido a la rodilla, empezando a estar tocado para andar. Viendo que mi compañero no llegaba decido seguir sólo hasta el final de la andaina. No sé si la organización lo decidió así, pero lo cierto es que al igual que en la anterior pausa, al avituallamiento se sucedía una fuerte subida, algo que nuestro estómago no acababa de agradecer, pero bueno, estaba claro que con tantos km. no todo iban a ser comodidades. La lluvia caía con decisión en este momento, haciéndose imprescindible protección para no acabar empapado hasta los huesos. Empiezo a compartir pequeños ratos con algunos andarines, una pareja mayor que le había cogido gusto a esto de salir al campo, apuntándose a las andainas, ella camina delante, él por detrás con la música de su móvil sonando constantemente. Otro chico que se había retirado el pasado año y que en esta ocasión se encontraba dispuesto a acabar a cualquier precio, parejas rotas por la distancia recorrida en el día.....llego en solitario al km. 47 y en una bajada algo técnica me doy cuenta de que ya soy incapaz de correr, la pierna derecha me lo impide, así que me resigno a andar en todo momento, cosa que hace que en las bajadas sufra más. De pronto paso por delante de un cementerio, supongo que el de Padrón, entendiendo que la andaina llegaba a su fin, pero todavía quedaba una última sorpresa en forma de traicioneras escaleras que si ya de por sí eran difíciles de bajar en mi estado, se transforman en una verdadera trampa por culpa de la lluvia. Resbalo una vez, una segunda en la que a punto estoy de caer, me asusto por la peligrosidad del tramo y decido tomarlo con calma, bajando los escalones de lado. A mitad del recorrido veo el aviso de escaleras muy peligrosas, pero para mí ya era demasiado tarde, menos mal que pude salvar las caídas. En caso de no haber estado mojados los escalones no hubiera habido problema, pero aquello era una verdadera trampa mortal, aviso por teléfono al compañero que viene por detrás y entro en Padrón, cruzo la última pasarela y cuando veo la meta empiezo a escuchar aplausos.....¡coño, me están aplaudiendo a mí! así que mientras me acerco a la mesa a certificar mi llegada empiezo a hacer el payaso echando a trotar en los últimos metros. He llegado, 50 km. (50,89 km. según el GPS) sufridos y disfrutados por igual, me dan mi diploma, la felicitación y unos regalos. Le doy la enhorabuena a la organización, no quepo en mí de contento, me he divertido durante nueve horas y media, a cada paso, a cada metro....


Terminada la andaina me dediqué a estirar mis doloridas piernas, pasando más tarde por la ducha, momento en el que recibo la llamada de Cristian, a un km. de cruzar la meta. Llega mal, su rodilla protesta por el esfuerzo al que ha sido sometida, pero también obtiene la recomensa de los aplausos que se dedican a los que rematan la prueba. Una vez aseados nos dirigimos de nuevo a meta, donde están instaladas unas carpas para terminar la jornada picoteando algo. Me bebo dos vasos de vino antes de ingerir sólido alguno, después atacamos de nuevo la empanada y algún bocadillo, a la espera de los escoba que están a punto de llegar y mientras la segunda remesa de callos termina de cocinarse. El buen humor impera en todo el mundo y comienza el sorteo de numerosos regalos. A mí nunca me toca nada, esta vez no hay excepción, aguanto un buen rato a ver si sale mi dorsal pero el 100 se empeña en no salir, así que mientras escuchamos cómo continúa el sorteo nos alejamos hacia nuestros coches para partir hacia casa, en mente ya está la andaina del próximo año.

Aunque ya lo he comentado a lo largo del post, destacar la afabilidad y la buena labor organizativa de la gente que montó la andaina. En cada lugar donde podía surgir la duda había una señal para seguir por buen camino, comimos y bebimos de sobra para cumplir con los km. de un recorrido que por momentos resultó precioso. Como he dicho, es mi primera andaina, pero dudo mucho que todas alcancen el nivel de la III Andaina Bisbarra do Sar.

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